sábado, 20 de febrero de 2010

Raiz usada, mente repetida, cuerpos sustitutos


Entre la juventud, aquella aterradora pero hermosa edad, a la que todos quieren volver, me encontraba yo, igual que todos aquellos jóvenes que, a simple vista, gracias a la moda y al mercado similar, no se los diferencian muy bien, haciendo una multitud joven, con vestimenta idéntica o, simplemente parecida. Aunque ni en mis facciones del rostro, ni en las comisuras de mi boca, ni en mi forma de expresar sentimientos y desacuerdos, ni en el echo de que soy uno más de este mundo, ordinario, nadie encuentre algo raro, algo diferente a todos los demás, yo se, y lo guardo lo más hondo posible en mi corazón, que tengo algo que a muchos les intrigaría, como a mi, que a muchos les gustaría tener. En mi caso, me daba igual tenerlo o no. Más que un don, era un recuerdo, un recuerdo que todos tenemos olvidado en algún nido de la mente, y está tan bien arrinconado que, aunque traten reiteradas veces de recordarlo, no lo consiguen.
Algunas veces me gustaría que alguien sepa mi secreto, aunque sé que si pudiese contarlo, nadie me creería, y me tratarían de loco. Por eso traté de que mi rostro, más bien mis ojos, traten de comunicar aquel mensaje tan oculto en mi; algunos lo llaman telepatía, la capacidad de decir algo sin mover la boca, ni hacer señas. Pero, en mi único intento fallido de quedar cara a cara, aliento con aliento, nariz con nariz, lo único que conseguí fue una simple risa, y se que, si se enterara de mi gran secreto, lo último que haría sería reírse, más bien, quedaría más acorde un soplido, una ceja levantada, o una simple mirada tajante, asintiendo de que el mensaje fue captado, analizado y luego, como todo, olvidado. Bufé, ante la idea de que, con la mirada, intenté comunicar.

De todas las mentes y conciencias que hay en esta vida, en esta tierra, el destino, el azar, la casualidad o eso que tiene muchos nombres, eligió la mía.
Todo lo que los humanos hacemos, y lo que el cuerpo nos permite hacer, es controlado por el cerebro. Pero muy pocos saben, o muchos ignorantes desconocen, es que todo aquello es comprimido en el 2% de todo el cerebro. En mi caso, en mi extraño y peculiar caso, yo tenía una expansión de aquel mísero porcentaje, aunque se que aquella virtud no era algo humano, era algo más irreal y místico que otra cosa, es por eso que me estremecía cuando imágenes bombardeaban mi cabeza. Mi merced era, mas que todo, un fino recuerdo de mi vida pasada, de mi antigua vida, de aquella que no se sabía muy bien si existía, si existió o si nunca hubo tal cosa. ¿Acaso todo lo recordado era sólo producto de mi imaginación... o Acaso yo en realidad tuve otra vida, y recordaba muy bien qué había hecho en aquella?
Soy, entre todos los rangos y clasificaciones que se pueden dar en una sociedad, los que piensan que, luego de morir, el cuerpo se queda solo y el alma se sustituye por otro cuerpo, por otra vida, como si, luego de que una flor muera o se seque, otra nazca de aquellas raíces viejas. Es muy absurdo tratar de recordar algo que, francamente, para uno, no existió, pero tardé varios en años en darme cuenta que los recuerdos que iluminaban túneles en mi mente eran, ni más ni menos, que memorias de mi vida pasada, de mi vida anterior, haciéndome pensar en las cosas que hice y que no pude hacer en aquel pasado que yo creía lejano. Pero lógico, claro, es creer que uno no puede, así como así, volver atrás y ver que hizo mi antiguo yo, mi antigua esencia.
De nada me sirve saber que hizo el portador de mi alma en la antigüedad, claro, ya que el tiempo siguió transcurriendo, y las cosas cambiaron. Pero, aunque no quiera acordarme de lo absurdo que es todo esto, aquella memoria me persigue, en el sentido de que, por ejemplo, al escuchar una canción muy antigua, recordarla, con mis insignificantes dieciséis años, sería imposible. Pero, como mi alma la escuchó en su momento con su otro cuerpo, yo, en la actualidad, la puedo reconocer tranquilamente, y cantarla y tararearla a la par.

Vidas pasadas, destinos, casualidades, azar, alma... ¿Acaso algo de todo aquello existe? Puede que si, como algunos creen y afirman, o puede que no, como algunos que niegan y tratan de locos a los que sí llegan a creer. ¿Acaso todos tuvimos una vida pasada y es imposible recordarla? ¿Acaso soy el único que recuerda aquello? Es inquietante saber donde estuvo nuestra esencia antes de que el cuerpo contemporáneo. ¿Estuvimos en algún lugar antes? Son respuestas con explicaciones infinitas, o no, con una explicación que nadie sabe y que muchos intentan se descifrar. Yo sé que mi mente me hace jugadas y yo soy tan inútil que no puedo hacerle jugadas a ella. ¿Acaso estoy cayendo en una trampa, una jugarreta de mi conciencia? Espero que no, pero esperar o desear son cosas que no tienen mucho sentido.
Aquel pensamiento va más allá de mi, resaltando lo más sublime de todo lo que puedo llegar a creer. Me imaginé, y luego me pregunté, si la flor que le regala un simple novio a su novia tuvo antes otra raíz, o si el ramo de romero que arranca una muchacha antes tuvo la posibilidad de ser arrancada en el pasado.

1 comentario:

  1. choripan
    vos sabes que sos "diferete"
    jaja y ahora tenes una firma
    me re gusta como escribis
    besito
    sol navarro

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